La sociedad actual se caracteriza por vivir casi exclusivamente en la cabeza. Vivimos una idea de lo que somos. Pensamos que somos nuestra personalidad. Pero un cuerpo sin alma no tiene ritmo. Cuando nos miramos en el espejo ¿que vemos? ¿Una sonrisa falsa?, ¿Una mirada apagada? Si no es un yo vibrante y rebosante de energía y presencia, significa que te estás dando de menos, por el grandioso don que es la vida. La curación a través de la Danza Trance o Chamanica es un viaje que requiere abandonar nuestros papeles habituales, nuestros guiones convencionales, e improvisar una senda de baile. Esta senda nos lleva de la inercia del sonambulismo al éxtasis de vivir el espíritu del ahora.
Con bastante frecuencia, y de forma automática, nuestra vida se canaliza por pautas estrechas, seguras, basadas en rutinas mortales. Pero algunos deseamos salirnos, abandonarnos y despertar a la energía oculta en nuestro interior.
La danza es una herramienta primigenia que ha sido usada desde la primeras civilizaciones como vía de expresión y comunicación con nosotros mismos y con nuestro entorno. Es considerada, por tanto, como un arte holístico que comunica el cuerpo, la mente y el espíritu del bailarín. Con la danza, el cuerpo se abandona a las emociones y el ritmo va marcando los movimientos que a su vez describen una historia, una emoción. La danza puede ser un vínculo que nos acerca a un grado de percepción más sutil dando lugar a modalidades como la “danza trance”.
La danza trance te hará ser fiel a tu movimiento interno. Te dejará curada y satisfecha. Baila tus lágrimas y tus alegrías, deja que tu aliento y los latidos de tu corazón nos conecten a todos. Una vez unidos espiritualmente, el espíritu se convierte en el bailarín, disolviendo y liberando los pensamientos negativos, creando espacio para que la memoria lejana nos pueda revelar imágenes y experiencias de inmortalidad.
Los cuerpos se calientan y vibran, los sentimientos de soledad y aislamiento desaparecen cuando la música disuelve la separación y se establecen conexiones de las que no somos conscientes en nuestra vida cotidiana. Los pensamientos y las emociones negativas se transforman por medio de nuestro aliento y de nuestro movimiento.
El espíritu se manifiesta físicamente como aliento. Cuando el aliento penetra, se traslada hasta los pulmones y alimenta a la sangre con la energía que necesita para mover el cuerpo experimentando la curación física y emocional. La respiración rompe los bloqueos que se producen en el cuerpo emocional y crea las condiciones para que podamos sentir esas emociones y liberarlas. Liberamos gemidos de gozo, de dolor, de tristeza, de ira y de pasión. Luego el cuerpo espontáneamente libera la fatiga, el dolor, hasta que toda emoción queda limpia.